RAFAEL ZABALETA Y ALBERTO SARTORIS

Conocer la verdadera personalidad de Rafael Zabaleta requiere valorar  no solo la vida que mostraba en su pueblo natal, donde se dedicaba fundamentalmente a pintar y era extremadamente reservado, sino también la que vivía fuera de Quesada, donde entró en contacto con una realidad muy diferente y fue consciente de la situación cultural, social y política de España y del mundo.

Como es bien sabido, el círculo de contactos y amistades de Rafael Zabaleta en el mundo del arte y de la cultura fue amplísimo, pese a su fama de hombre retraído. Tenía Rafael una muy buena capacidad social; le gustaba relacionarse con personas relevantes que tuvieran algún interés para él y sabía hacerlo.

La correspondencia con cada una de ellas, que a veces tenemos ocasión de documentar, nos permite conocer cómo y por qué se relacionaron, y la índole de esa relación. Nos permite asimismo corroborar el reconocimiento que, como artista y como persona, recibió el pintor en vida.

Una de esas amistades de Rafael Zabaleta fue Alberto Sartoris (Turín Italia-, 1901 -  Pompaples -Suiza-, 1998), un importante arquitecto, diseñador, pintor, profesor y crítico de arte muy implicado en los principales movimientos de vanguardia de la época.

Contamos con cuatro cartas suyas dirigidas a Zabaleta (véanse anexos I a VI), facilitadas por la familia Castaño Lasaosa-Zabaleta, y otras dos dirigidas por el pintor a Sartoris (anexos VII y VIII), facilitadas por “Archives de la construction moderne - Escuela Politécnica Federal de Lausanne (Suiza), fondo Alberto Sartoris”. Sin duda Sartoris y Zabaleta intercambiaron otras misivas, de las que lamentablemente no disponemos.

Probablemente ambos se conocieron a primeros de noviembre de 1951 durante la tercera y última reunión de la «Escuela de Altamira», celebrada en Madrid.

La Escuela de Altamira fue un proyecto que llegó a alcanzar fama internacional. Ideado por el pintor Mathias Goeritz (Gdansk -Polonia-, 1915 - Ciudad de México, 1990), pretendía recuperar la vanguardia artística española después de la guerra civil. Su objetivo era coordinar los esfuerzos de los artistas españoles para el desarrollo de la modernidad en el arte. Fue creada en 1948 en Santillana del Mar (Cantabria), donde se encuentra la famosa cueva con pinturas rupestres de Altamira, de la que toma su nombre. En Santillana se celebraron, siempre con la participación de Alberto Sartoris entre otros, la primera y la segunda “Semana Internacional de Arte Contemporáneo” (septiembre de 1949 y de 1950 respectivamente).

 
     Rafael Zabaleta con amigos en la Cueva de Altamira y en la Colegiata de Santillana del Mar (años 50)

La corta vida de la Escuela de Altamira (1948 – 1951) no parece ajena a razones de índole política. Gabriel Ureña señala en su libro Las vanguardias artísticas en la postguerra española, 1940-1959 (Istmo, Madrid, 1982, página 73, nota 13):

Aún queda por detallar […] las razones que forzaron tan tempranamente la desintegración de la Escuela de Altamira y de su proyecto. Según testimonios orales confidenciales de uno de sus fundadores, razones más políticas que culturales tuvieron que ver con ello: una denuncia presentada por un joven y preclaro intelectual franquista […] en la que se acusaba a los aglutinadores de la Escuela de Altamira de ser los portadores de una más amplia «ofensiva masónica y comunista», que se camuflaba tras las actividades artísticas. La generosa receptividad de las autoridades falangistas ante tales argumentos no tardó en dar sus frutos, por lo que Mathias Goeritz se retirará a Canarias, […] quedando definitivamente liquidado el proyecto de la Escuela de Altamira.

Y en su tesis doctoral Mathias Goeritz. Vida y obra. 1915-1990, Lily Shvadsky Gaj (UNAM, México, 1997, página 33) escribe:

Eugenio D’Ors invitó a Mathias Goeritz […] a formar parte de su “Academia Breve”. Goeritz, al presentar una agresiva ponencia en contra de la incultura de la crítica madrileña, es expulsado de esta agrupación.

Una a una se desataron las hostilidades en su contra, incluso lo acusaron de comunista. Los rechazos se hicieron sentir con vehemencia en contra del “extranjero”. Ante el peligro de que su presencia representara un problema en la recién fundada Escuela de Altamira, Goeritz prefirió abandonar España.

Efectivamente, el 30 de agosto de 1949, Goeritz embarcó hacia México, que se convertiría en su patria definitiva. En septiembre escribió a Eugenio D’Ors para mostrarle su arrepentimiento por su proceder en la Academia Breve de Crítica de Arte, pero también para dejarle claro que él era el «espíritu rector» de la Escuela de Altamira. (Fuente: Chus Tudelilla Laguardia, Mathias Goeritz. Recuerdos de España 1940 – 1953, Universidad de Zaragoza, 2014).

Curiosamente, Goeritz había homenajeado en Granada (1946) a Federico García Lorca con un dibujo a color expuesto en el Primer Salón de Arte Novel. Olivia Zúñiga señala al respecto: «Significativamente, esta obra fue “el único acto público, en homenaje al décimo aniversario de la muerte del poeta granadino”». (Zúñiga, Olivia. Mathias Goeritz. Editorial Intercontinental. México D.F., 1963, p. 16).

Aquella tercera y última reunión de la Escuela de Altamira (Madrid, 1951) a la que más arriba me referí, presidida precisamente por Sartoris y en la que participó activamente Rafael Zabaleta, fue sucesora de las celebradas en Santillana del Mar (Cantabria) en 1949 y 1950. Coincidió con la I Bienal Hispanoamericana de Arte (Madrid), en la que también participó Zabaleta y en la que obtuvo el premio Condado de San Jorge, dotado con 15.000 pesetas. Sobre dicha reunión escribió Sartoris (las negritas son mías):

Con motivo della Prima Biennale Ispanoamericana d’Arte, dal 1º al 7 novembre 1951, si è tenuta a Madrid, sotto la presidenza dell’architetto Alberto Sartoris, la terza assemblea internazionale della Scuola di Altamira. Ai lavori (che comprendevano conferenze, dicussioni e mostre) hanno attivamente partecipato -fra moltre altre personalità del mondo artístico e culturale- Joaquín Reguera Sevilla, Governatore civile di Santander, lo scrittore Ricardo Gullón, il crítico di arte Eduardo Westerdahl, il ceramista José Lloréns Artigas, i poeti Leopoldo Panero, Luis Rosales e Rafael Santos Torroella, gli scultori Angel Ferrant e Carlos Ferreira de la Torre, gli architetti Luis Felipe Vivanco e José Luis Durán de Cottes, i pintori Anthony Stubbing, Francisco Gutiérrez Cossío, Benjamín Palencia, Rafael Zabaleta, Enrique Planasdurà e Carlos Pascual de Lara. (A. SARTORIS: “Scuola di Altamira”, núm. doble: V del año 3, I del año 4; Florencia, diciembre de 1951 - enero  de 1952, p. 8).

Y en el número 71 de la revista Ínsula (13 de noviembre de 1951, en portada) Sartoris analizaba en su artículo «Ojeada rápida sobre la Bienal» la pintura presentada en la muestra; subrayaba «la maestría original de Rafael Zabaleta, de Benjamín Palencia y de Francisco Gutiérrez Cossío», consideraba que las obras de estos tres pintores caracterizan «las cimas actuales de la pintura española, capaz de rivalizar con la del extranjero» y concluía: «resulta con toda evidencia que el camino seguido por Zabaleta, Palencia, Cossío, Lara, Millares, Planasdurá y José Caballero -por ejemplo- es el único posible para la plástica española, si no queremos temer el abandono total de la conciencia de la personalidad y de la dignidad».



En dicho artículo de Ínsula solo se reproducían dos obras: una de Zabaleta (“Serranía con cabras”, de 1950) y otra de Carlos Pascual de Lara (“Navidad”). Y, curiosamente, en ese mismo número de la revista (página 8) aparecía otro artículo del poeta Leopoldo de Luis titulado «Poesía de Miguel Hernández», que estoy seguro también leería Zabaleta, tan interesado desde los años 40 en la obra y en la figura del oriolano.

Poco después, el 23 de marzo de 1952, Sartoris dirigió a Zabaleta una afectuosa carta (anexo I), escrita en italiano, en la que sin duda respondía a otras enviadas por el pintor (que desconocemos), pues le indica que ha recibido el catálogo de la exposición celebrada en la Galería Syra de Barcelona (febrero marzo de 1952). Le asegura que conserva muy vivo su recuerdo y que ha tenido ocasión ver en casa de Pratmarsó (arquitecto catalán con quien Zabaleta tenía amistad)[1] muchas obras suyas que le han gustado muchísimo.  Tras recordarle que, como habrá leído, ya citó en la revista Ínsula (en el número arriba señalado) su magnífica participación en la citada Bienal, le ofrece por último su disposición a seguir escribiendo más ampliamente sobre él y proporcionarle, si así lo desea, un texto que sirva de prólogo para el catálogo de alguna de sus futuras exposiciones.

Indudablemente, Zabaleta aceptó el ofrecimiento de Sartoris porque el 15 de octubre de 1954 el arquitecto le escribió otra carta, esta vez en francés (anexo II), a la que adjuntaba el texto ofrecido (anexo III; traducción en anexo IV), pensado para ser traducido al castellano y no publicado en francés. A tal efecto, Sartoris le sugiere que se dirija a Luis Felipe Vivanco[2] o a Juana Mordó[3] (ambos bien conocidos por Zabaleta), que podrán hacer la traducción.

Fue el propio Alberto Sartoris quien lo tradujo posteriormente al castellano (con el título «El cuadro de Rafael Zabaleta») e hizo llegar al pintor dicha traducción, realizada con las dificultades propias de quien habla idiomas diferentes (italiano y francés). Finalmente, y ya tras la muerte del pintor, una nueva versión adaptada de su texto apareció publicada en español en el catálogo de la exposición de Zabaleta celebrada en la Sala de Santa Catalina del Ateneo de Madrid (marzo de 1965), esta vez con un título posiblemente más apropiado: «El ambiente de Rafael Zabaleta». Yo me he permitido hacer una traducción personal y con cierta libertad (anexo IV) para intentar facilitar su comprensión a los lectores.

En esa misma carta (15-10-1954) le dice que aún no sabe cuándo volverá a Madrid, y le pregunta qué ha decidido él, lo que nos hace pensar que Zabaleta había manifestado su intención de visitar a Sartoris en Suiza.

Otra carta manuscrita de Alberto Sartoris (anexo V) está fechada el 27 de diciembre de 1954 y escrita desde el hospital donde acababa de ser operado. En ella manifiesta a Zabaleta su intención de viajar en marzo de 1955 a Madrid para ver la exposición que el pintor efectivamente mostraría en las Salas de la Dirección General de Bellas Artes (marzo abril de 1955). Le transmite también su satisfacción y la de su esposa (Carla Prina, pintora italiana con la que Zabaleta expondría obra en 1959 con motivo del III Salón de Mayo de Barcelona)[4] por el ofrecimiento que Zabaleta les había hecho de regalarles uno de sus cuadros, y le indica que puede escribir artículos sobre el pintor en España y en el extranjero.

En otra de 23 de marzo de 1955 (anexo VI), Alberto Sartoris acusa recibo de una carta de Zabaleta fechada el 19 de marzo (que desconocemos) y del catálogo de su exposición (exposición individual de Rafael Zabaleta en las Salas de la Dirección General de Bellas Artes, marzo-abril de 1955). Lamenta no poder asistir a la inauguración de dicha exposición por motivos de salud e insiste en su intención de seguir escribiendo sobre su pintura. También le pide que le envíe la revista “Índice”[5] «cuando aparezca la nota»; ignoro a qué nota se pueda referir Sartoris, pero probablemente se trate de alguna reseña firmada por él.

A esta carta de Sartoris (y tal vez a otra posterior que desconozcamos) respondió Zabaleta el 23 de junio de 1955 (anexo VII) para agradecerle la confianza que tiene en su trabajo, así como su deseo de ocuparse extensamente de él. Le expresa su deseo de una pronta recuperación y le manifiesta que espera poder coincidir con él y con su esposa en Santander (Universidad Internacional Menéndez Pelayo) a mediados de agosto. Lamenta el pintor que no hayan podido ver su exposición y le desea mucho éxito a Carla en la suya (ignoro a qué exposición de Carla Prina pueda referirse). Y no olvida responderle al asunto de la revista “Índice”: «Hasta ahora la revista “Índice” no publicó su escrito. Ni yo, aunque lo intenté, pude hablar con Figueroa, su director».

 

La relación de Zabaleta con Sartoris, y la correspondencia entre ambos, se extendió indudablemente hasta el final de la vida del pintor, pero con posterioridad a las cartas anteriormente citadas solo conocemos una carta más de Rafael, fechada ya el 26 de septiembre de 1959 (anexo VIII) y que es indudablemente respuesta a otra de Sartoris, de la que no disponemos.

En ella, Rafael le comenta el éxito de su última exposición en Madrid (Salas de la Dirección General de Bellas Artes, mayo de 1959) y le comunica cómo está preparando su participación en la Bienal de Venecia (Sesión XXX, junio septiembre de 1960). Le dice haber recibido de Sartoris un catálogo del pintor argentino Pettoruti con una introducción suya y le recuerda: «La que V. me hizo (véanse anexos III y IV) la guardo con sumo cuidado. No ha sido publicada, por no encontrar el momento oportuno, ni tener una traducción correcta de ella». Probablemente este último comentario sobre la falta de una correcta traducción animó a Sartoris a enviarle a Zabaleta el texto traducido al castellano por él mismo al que más arriba me referí, texto que conserva la familia Castaño Lasaosa-Zabaleta.

Por último, Zabaleta le comunica también en su carta que le envía un pequeño dibujo suyo «en espera de la ocasión de ofrecerle algo más importante dentro de mi obra».

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ANEXO I

CARTA DE SARTORIS FECHADA EL 23 DE MARZO DE 1952

Carissimo amico,

Sono veramente spiacente di non averle dato sino ad oggi le mie notizie, anche perchè volevo ringraziarla della sua cordiale accoglienza. Ma dopo il mio ritorno dalla Spagna, sono stato preso da una quantità di occupazioni che mi hanno impedito di pensare alla corrispondenza. Ma creda che non l’ho dimenticata e che consevo ben vivo il suo ricordo.

Penso che lei avrà letto l’articolo che scrissi sulla Biennale e che publico’ la rivista “Insula”, dove citai la sua magnifica partecipazione. Comunque, avro’ presto l’occasione di scrivere più lungamente di lei.

A Barcelona, dall’architetto Pratmarso’, ho visto molte opere sue che mi sono piaciute moltissimo.

Ho pure recivuto, a suo tempo, il catalogo della sua esposizione alla galleria d’arte Syra a Barcelona. Se un giorno avesse bisogno di una mia prefazione per un catalogo, non ha che da chiedermelo, che lo faro’ súbito con molto interesse.

La spero in buona salute, in pieno lavoro e le invio, carissimo amico, i miei più affettuosi saluti.

Dev.mo suo

Alberto Sartoris.


ANEXO II

CARTA DE SATORIS FECHADA EL 15 DE OCTUBRE DE 1954

Mon cher Zabaleta,

J’ai bien reçu votre lettre du 24 septembre, dont je vous remercie.

Voici, rapidement écrite, une préface pour le catalogue d’une de vos expositions. Je l’ai rédigée en français, mais très simplement pour que la traduction soit facile. Je précise qu’elle a été conçue pour être traduite en castillan et non pour être publiée en français. Pour ce travail, vous pourriez vous adresser à Luis Felipe Vivanco, Reina Victoria 60, Madrid, ou à Madame Juana Mordó, calle Rodriguez Sam Pedro  7 (sic), (que Vivanco connaît aussi très bien). L’une ou l’autre de ces personnes saura traduire avantageusement mon texte.

Je ne sais pas encore quand j’irai à Madrid, mais je vous l’écrirai sous peu. Quant à vous, qu’avez-vous décidé?

Carla vous fait bien saluer.

Quant à moi, mon cher Zabaleta, je vous envoie mes plus affectueux messages.

Bien à vous,

Alberto Sartoris.

 

ANEXO III

TEXTO DE SARTORIS DESTINADO A SER INCLUIDO EN EL CATÁLOGO DE ALGUNA EXPOSICIÓN DE ZABALETA:

Le cadre de Rafael Zabaleta

La peinture de Rafael Zabaleta n’est point pour le connaisseur une rencontre gardant un sens de découverte fortuite. D’autre part, pour celui qui la contemple pour la première fois, sa révélation constitue un véritable coup de foudre, alors que pour celui qui ne fait que la retrouver, c’est un objectif visant continuellement au renouveau sans créer jamais aucune obligation pour le futur.

Au centre de sa recherche, qui pose la question de l’invention artistique, de son lien avec la finalité spirituelle du plasticien, s’affirment les parallélismes des différents partis esthétiques que Zabaleta meut de compagnie, s’établit un synchronisme de mouvements et d’équilibres dans une évolution multiple. S’autorisant de compositions rituelles qui se manifestent régulièrement à travers des formes et des ensembles dont le grand style, toujours égal à lui-même, n’offre point de subites ruptures ou de brusques changements, le travail conscient et prolongé de Zabaleta renaît sans cesse d’une constante transfiguration. Un agent spécifique de sa maturation lui refuse de franchir les limites qu’il a imposées à un déroulement normal de ses principes. Vu leur authenticité conceptuelle, ces données picturales sont inimitables dans leurs conséquences, ne peuvent être reprises par autrui. C’est comme un choc que nous ressentons les appels qu’elles adressent, les motifs qu’elles inspirent. L’origine de cet art étant réelle, c’est un regard sur l’absolu qu’il nous apporte, d’un absolu caché et qui n’est visible que sous les apparences finies de ses interrogations radicales.

Par son attitude de souveraine domination à l’égard de la nature et de ses aspects matériels, la peinture de Zabaleta ébranle et fascine. Grâce à elle, nous participons à toutes les vibrations d’un monde connu, mais qui en fait ne l’était pas puisqu’il a tenté de nous le décrire synthétiquement sous des perspectives non costumières. Les fastes colorés de gestes essentiels de la vie, Zabaleta nous les reconstruits à sa façon avec la passion de son imagination et de son pouvoir aigu de pénétration. Par ailleurs, si nous ignorons encore la cause vraie qui distribue d’une manière à la fois si logique et si explosive des éléments qui par leur force et leur degré de culture s’éveillent magiquement à la peinture, nous savons cependant qu’ils proviennent d’une certitude et qu’ils prennent chaque jour plus d’ampleur, d’importance et d’éclat.

Avouons que l’art de Zabaleta est une merveilleuse caisse de résonance  où l’irréel se marie ingénieusement et audacieusement au réel, où la diversité des programmes et des intentions répond à la diversité d’oeuvres conçues sous le décor géométrique du paysage rude de sa terre, des scènes agrestes qui l’entourent et dan lesquelles il situe ses productions.

C’est sans doute un très grand privilège que de pouvoir admirer Zabaleta, que de savoir en saisir toutes les nuances. En s’exprimant en termes généraux, ont peut dire que sa peinture, monumentale et débordante de santé, séduit avant toute chose par ses étonnantes combinaisons de volumes sublimés. Pour capter les secrets intimes de ses réalisations, il faut entrer dans ses belles matières, dans ses profondeurs polychromées, dans ses corps et ses substances où la simplicité est elle-même complexe car son essence représente une métamorphose vivante des objets de la nature.

Il est indéniable que le langage qu’emploie Zabaleta est celui d’un poète dont la peinture préfigure le propre miroir. Ses imprévisibles jaillissements confèrent a son art la valeur d’une ascèse où le renoncement aux formules transitoires devient un dépassement et favorise l’approche des méthodes exemplaires. La conjonction d’une technique éblouissante et d’une faculté d’inventer éminemment moderne, où l’imitation n’a aucune part, expose la vision personnelle et pacifiante de ses immenses moyens.

Cette peinture, qui exclut d’emblée les capricieuses sautes d’humeur de la mode, assure sans contredit le succès naturel de son entreprise. A la perfection d’un cadre intime tout d’équilibre et d’harmonieuse beauté, correspond la perfection d’un spectacle plastique appelé à faire une unité indissoluble avec lui et son état d’âme. Sans compter que la tenue irréprochable et savante de la composition, jointe au métier le plus sûr, assure des qualités et des dons exceptionnels. C’est pourquoi j’aime la puissante fanfare de ses couleurs et cette oeuvre complète qui est l’histoire de son esprit, la fable de sa vie intérieure y extérieure. Dans l’élan de la contemplation, comme dans le repliement de l’analyse, Zabaleta, joyeusement, échappe au temps et au monde vulgaire pour ne témoigner que de son entraînement vers les formes pures et déterminantes de sa fantaisie. Il multiplie sans additions inutiles et avec la désinvolture d’un artiste attaché non au miroitement des pensées fugitives, mais en s’incarnant dans des rêves qui lui semblent éternels.

Alberto Sartoris.

 

ANEXO IV

TRADUCCIÓN PERSONAL DEL TEXTO DE SARTORIS “LE CADRE DE RAFAEL ZABALETA”

El marco pictórico de Rafael Zabaleta.

La pintura de Rafael Zabaleta no es en absoluto para el entendido un hallazgo que suponga un descubrimiento fortuito. Por otra parte, para quien lo contempla por primera vez, su revelación constituye un verdadero flechazo, mientras que para quien no hace más que  redescubrirlo, es un objetivo que apunta continuamente a la renovación sin crear jamás obligación alguna para el futuro.

En el centro de su investigación, que plantea la cuestión de la invención artística, de su vínculo con la finalidad espiritual del artista plástico, se afirman los paralelismos de las diferentes partes estéticas que Zabaleta mueve conjuntamente, se establece un sincronismo de movimientos y de equilibrios en una evolución múltiple. Permitiéndose composiciones rituales que se manifiestan regularmente a través de las formas y de los conjuntos cuyo gran estilo, siempre igual a sí mismo, no ofrece en absoluto rupturas repentinas ni cambios bruscos, el trabajo consciente y prolongado de Zabaleta renace sin cesar de una transfiguración constante. Un agente específico de su maduración le impide cruzar los límites que él mismo ha impuesto a un normal desarrollo de sus principios. Dada su autenticidad conceptual, estos datos pictóricos son inimitables en sus consecuencias y no pueden ser recogidos por otro. Es como un shock como sentimos las llamadas que dirigen, los motivos que inspiran. El origen de este arte, por ser real, nos aporta una mirada al absoluto, a un absoluto escondido y que no es visible más que bajo las apariencias terminadas de sus preguntas radicales.

Por su actitud de soberano dominio respecto a la naturaleza y a sus aspectos materiales, la pintura de Zabaleta estremece y fascina. Gracias a ella, participamos de todas las vibraciones de un mundo conocido, pero que en realidad no lo era, ya que él ha intentado describírnoslo sintéticamente desde perspectivas no convencionales. Zabaleta reconstruye a su manera, con la pasión de su imaginación y su agudo poder de penetración, los esplendores coloridos de gestos esenciales de la vida. Además, si bien aún no conocemos la verdadera causa que distribuye de una forma a la vez tan lógica y tan explosiva elementos que por su fuerza y su grado de cultura despiertan mágicamente en la pintura, sí sabemos sin embargo que provienen de una certeza y que cada día alcanzan más amplitud, importancia y brillantez.

Hemos de reconocer que el arte de Zabaleta es una maravillosa caja de resonancia donde lo irreal se combina ingeniosa y audazmente con lo real, donde la diversidad de los programas y de las intenciones responde a la diversidad de obras concebidas bajo el decorado geométrico del duro paisaje de su tierra, de los escenarios agrestes que lo rodean y en los que sitúa sus producciones.

Es sin duda un grandísimo privilegio poder admirar a Zabaleta, poder captar todos sus matices. Hablando en términos generales, se puede decir que su pintura, monumental y rebosante de salud, seduce sobre todo por sus sorprendentes combinaciones de volúmenes sublimes. Para captar los secretos íntimos de sus creaciones, hay que adentrarse en sus bellos materiales, en sus profundidades policromadas, en sus cuerpos y sus substancias en los que la sencillez es en sí misma compleja porque su esencia representa una metamorfosis viviente de los objetos de la naturaleza.

Es innegable que el lenguaje que Zabaleta emplea es el de un poeta cuya pintura prefigura su propio espejo. Sus sorpresas imprevisibles confieren a su arte el valor de una ascesis en la que la renuncia a las fórmulas transitorias se convierte en una superación y favorece el acercamiento a métodos ejemplares. La conjunción de una técnica deslumbrante y de una facultad de invención eminentemente moderna, en la que no juega ningún papel la imitación, pone de manifiesto la visión personal y pacificadora de sus inmensos medios.

Esta pintura, que excluye de inmediato los caprichosos cambios de humor de la moda, asegura sin lugar a dudas el éxito natural de su empresa. A la perfección de un cuadro íntimo, lleno de equilibrio y armoniosa belleza, corresponde la perfección de un espectáculo plástico llamado a formar una unidad indisoluble con él y su estado de ánimo. Sin olvidar que el manejo impecable y sabio de la composición, combinado con el oficio más seguro, asegura cualidades y dotes excepcionales. Por eso me gusta la potente fanfarria de sus colores y esta obra completa que es la historia de su espíritu, la fábula de su vida interior y exterior. En el ímpetu de la contemplación, así como en el repliegue del análisis, Zabaleta escapa alegremente del tiempo y del mundo vulgar para dar testimonio únicamente de su inclinación hacia las formas puras y determinantes de su fantasía. Las multiplica sin añadidos innecesarios y con la desenvoltura de un artista apegado, no al destello de pensamientos fugaces, sino a encarnarse en sueños que le parecen eternos.

 

ANEXO V

CARTA DE SARTORIS FECHADA EL 27 DE DICIEMBRE DE 1954

Sr. Don

Rafael Zabaleta,

Quesada.

Mon très cher ami,

Je vous écris brièvement da l’hôpital, où j’ai été opéré le 22 décembre, pour vous remercier de votre lettre du 25 novembre écoulé.

Au mois de mars je viendrai sûrement à Madrid pour voir votre exposition. Tenez-moi au courant, en son temps, de la date d’inauguration.

Je suis vraiment heureux, ainsi que Carla, de penser que vous voulez bien me donner un de vos tableaux. Ce sera pour moi un don inestimable qui figurera en bonne place dans mon atelier et qui m’inspirera. Je pourrai ainsi écrire souvent des articles sur vous en Espagne et à l’étranger.

Bien affectueusement.

Alberto Sartoris.

 

ANEXO VI

CARTA DE SARTORIS FECHADA EL 23 DE MARZO DE 1955

Sr. Don

Rafael Zabaleta,

Madrid.

Mon cher Zabaleta,

Hier soir j’ai bien reçu votre lettre du 19 mars ct. et le catalogue de votre exposition, dont je vous remercie. Je vous adresse également tous mes voeux pour votre exposition et j’espère que le résultat sera conforme à vos immenses mérites. Je pense que vous m’enverrez “Indice” lorsque la note sera parue. Cela me fera plaisir.

J’ai passé un très mauvais hiver, à cause de ma santé, et c’est pour cette seule raison que je ne serai pas à Madrid. A l’inauguration de votre exposition, ce dont je me réjouissais beaucoup. Après mon opération de décembre dernier, je me suis remis trop vite au travail. J’ai par conséquent eu une rechute qui m’a tenu alité jusqu’à ces jours, Ce matin je verrai le docteur pour qu’il me dise si je suis maintenant guéri. Après quoi, dans quelques semaines, je compte bien venir en Espagne comme c’était dans mes intentions. Je vous tiendrai au courant de mon programme. Dois-je vous écrire à Madrid ou à Quesada?

Carla se joint à moi pou vous adresser nos plus affectueuses salutations, avec tous nos regrets de ne pouvoir admirer vos oeuvres.

J’écrirai encore sur votre peinture, soyez sans crainte.

Alberto Sartoris.

 

ANEXO VII

CARTA DE ZABALETA FECHADA EL 23 DE JUNIO DE 1955

(Respeto la ortografía del original, sin corregir errores)

Quesada 23 de Junio de 1955

Querido Sartoris: Al regresar de Madrid donde he pasado unos días, me encuentro su carta, alegrándome saber noticias suyas.

Muchas gracias por la confianza que tiene en mi trabajo, y de su deseo de ocuparse extensamente de él. Siento que no viera mi ultima exposición, pero en fin, ya habra otra ocasión. Lo principal ahora es que termine de ponerse bien de salud, haber si este verano tengo el placer de verlos por Santander. Yo así lo deseo. Ahora pinto otra vez hasta la hora de emprender dicho viaje, a primeros, mejor dicho a mediados de Agosto. Bueno, antes pasare unos cortos dias en Granada, que está muy cerca, en los festivales de musica.

Hasta ahora la revista “Indice” no publico su escrito. Ni yo, aunque lo intenté, pude hablar con Figueroa su director.

Muchos recuerdos a Carla, y mis mejores deseo para su persona y obra, que deseo conocer, y que tenga brillante exito en su exposición.

Reciba un cordial saludo de su buen amigo

                                                                                  R. Zabaleta

 

ANEXO VIII

CARTA DE ZABALETA FECHADA EL 26 DE SEPTIEMBRE DE 1959

(Respeto la ortografía del original, sin corregir errores)

Quesada 26 de Septiembre de 1959

Mi querido amigo Sartoris: Recibí su carta acusando recibo del catalogo que le envié de mi última exposición en Madrid. Esta, mi mejor exposición, resultó bien en todos los ordenes, dentro de lo limitado del ambiente y el mal momento economico de España.

Ahora estoy haciendo una serie de grandes dibujos (100 x 70) que quieren que exponga en la proxima Bienal de Venecia, junto a una sala de óleos, así es que espero estar bien representado en esta ocasión.

A mediados de Octubre pienso hacer una salida. ¿Cuando viene por España V.? Yo me alegraria de volverlo a ver y hablar con V.

He recibido un catalogo del pintor Pettoruti, con una introducción suya. La que V. me hizo la guardo con sumo cuidado. No ha sido publicada, por no encontrar el momento oportuno, ni tener una traduccion correcta de ella.

Le envío un pequeño dibujo en espera de la ocasión de ofrecerle algo mas importante dentro de mi obra.

Recuerdos muy afectuosos a Carla y para V. de su buen amigo

Rafael Zabaleta



[1] Josep Pratmarsó i Parera (Barcelona, 1913 1985), arquitecto con quien Zabaleta tenía amistad. Fue quien redactó el proyecto inicial (que no llegó a realizarse, al ser sustituido por otro del arquitecto Manuel Millán) del antiguo Museo Zabaleta de Quesada (Jaén).

[2] Luis Felipe Vivanco (1907 – 1975), arquitecto y poeta español.

[3]Juana Mordó (Juana Naar Scialom, Salónica -Grecia-, 1899 - Madrid, 1984), marchante de arte de ascendencia sefardí.

[4] Carla Prina (Como -Italia-, 1911 Cossonay -Suiza-, 2008) fue una pintora italiana, casada en 1943 con Alberto Sartoris. Se unió con él a la Escuela de Altamira y expuso en la Galería Proel de Santander con motivo de la II Semana Internacional de Arte Contemporáneo (1950) de la Escuela. Tuvo una vida plena de reconocimientos y exposiciones por toda Europa.

[5] La revista Índice aparece en 1945 como suplemento de El Bibliófilo. En 1951 se hará cargo de ella Juan Fernández Figueroa, que la dirigirá hasta 1976 y la convertirá en la revista española más atenta a la actualidad literaria, artística, política y social, no solo de España, sino de todo el mundo, con atención especial a América latina.

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